La idea romántica de que emociones y sentimientos como el amor nacen del corazón ha sido una forma de expresar que los pensamientos y los sentimientos estaban separados. Dicho de otra forma, cerebro y corazón no debían tener conexión. En Masvital Psicología te explicamos como funcionan.

Dónde se generan las emociones y sentimientos

Aristóteles defendía que era en el corazón donde residía la mente. Durante mucho tiempo se estuvo debatiendo si así era. ¿Por qué el amor se representa con un corazón? ¿Realmente éste “siente”? No te pierdas este interesante artículo y descubre la curiosa relación entre las emociones y el corazón.

Historia de la relación de cerebro y corazón

Para Aristóteles el corazón era caliente, un atributo de los seres superiores frente a los animales de sangre fría, mientras que el cerebro era un órgano frío. La función del cerebro era enfriar la sangre, ayudando a mantener una temperatura adecuada para las funciones mentales del corazón.  Ha sido tal el prestigio del filósofo que, curiosamente, seguimos dibujando corazones (con una silueta no real, sino la que se creía en la Edad Media) para expresar nuestro amor. Identificamos esa imagen con el órgano donde residen las emociones y sentimientos.

Fue Galeno (130-200 d.C.), un médico griego, quién descubrió que el cerebro era el centro de las sensaciones y pensamiento.

A pesar de su estima por Aristóteles, no aceptó que el cerebro fuese solamente un sistema de refrigeración para la sangre caliente del corazón. Pensaba que si eso fuese así, la naturaleza habría puesto más cerca ambos órganos.

En toda la Edad Media el conocimiento del sistema nervioso apenas evolucionó. Todo eso cambiaría con la obra de Leonardo da Vinci (1452-1519). Él, usando un encéfalo de buey y las técnicas que usaba para hacer las esculturas de bronce, consiguió realizar un molde interno de los ventrículos cerebrales. Aclaró así su estructura, diferente de las tres “celdas cerebrales” esféricas que se habían mantenido hasta entonces.

Las emociones y el sistema límbico

El sistema límbico es un conjunto de estructuras del encéfalo que están conectadas entre sí. Su principal función tiene que ver con los instintos y la aparición de estados emocionales. Es aquí donde las emociones y sentimientos tienen su base neurológica. Incluye el hipotálamo, el hipocampo, la amígdala, y muchas otras áreas cercanas. Quizá sea más correcto decir “te quiero con todo mi sistema límbico” que “te quiero con todo mi corazón”.

El corazón tiene cerebro

Asombroso, pero se ha descubierto que el corazón tiene su propio sistema nervioso que cuenta con más de 40.000 neuronas y una red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo.

Con su lenguaje de latidos, no solo envía mensajes al cerebro, cuando sus neuronas detectan que necesitamos equilibrarnos, sino que pone en marcha sus propios recursos para volver a la situación de equilibrio. Incluso puede hacerlo de un modo autónomo, sin que nuestro cerebro intervenga.

El corazón puede tomar decisiones y pasar directamente a la acción independientemente del cerebro. También puede aprender, recordar e incluso percibir. De igual modo puede influir en nuestra manera de pensar.

Además, el cerebro del corazón activa en el cerebro de la cabeza centros superiores de percepción completamente nuevos que interpretan la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas.

Por otro lado, a parte del corazón, también se ha descubierto que el sistema digestivo posee igualmente su propio sistema nervioso que es igualmente sensible a emociones y sentimientos.